A unos metros de la plaza de la Puerta del Sol, en Madrid, se levanta el palacio de Goyeneche. En su apacible interior se encuentra, desde 1773, la sede de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Rabasf), con su extraordinario museo, archivo, biblioteca y la Calcografía Nacional, que reúne un tesoro, las planchas de cobre al aguafuerte de Goya. La academia, dirigida por el músico Tomás Marco desde 2021, tiene 56 plazas y el pasado lunes se votaba para cubrir una vacante para su sección de Pintura (las otras son Escultura, Arquitectura, Música y Nuevas artes de la imagen). El único candidato era Andrés Rábago García (Madrid, 78 años), más conocido como El Roto, pintor, dibujante y viñetista de EL PAÍS desde hace 29 años.A Rábago lo avalaban tres candidatos, como mandan los estatutos de la institución: el escultor y arquitecto Juan Bordes, el director del Museo del Prado, Miguel Falomir, historiador del arte, y el cineasta Manuel Gutiérrez Aragón. Todo parecía a favor, pero tras tres votaciones, en las que el voto es secreto, el resultado fue negativo (en la última se requería lograr la mitad más uno de los votos, 20 en este caso, pero consiguió 16). Las formas y la solemnidad del lugar impidieron cualquier aspaviento, pero después, puertas afuera, la sensación en parte de la corporación era de estupor. “Pensábamos que estaba claro, que no habría problema”, dice un académico que votó a favor de Rábago y que prefiere, como todos los consultados, mantener el anonimato. ¿Qué había sucedido? Uno de los motivos del sorprendente desenlace es que, como confirman hasta cuatro académicos, había habido llamadas los días previos a miembros de la corporación para convencerles de que dar el sí a Rábago no era lo más indicado. Dos académicos hablan de “auténtica campaña en contra, con llamadas telefónicas” para evitar que saliera Rábago.Más informaciónEn la sesión una semana antes de la votación, uno de los académicos que respaldaban a Rábago leyó la laudatio, la breve intervención de elogio en la que se citan los méritos del candidato para proponer su ingreso en la institución. En ella se destacaba “el sobrecogedor y elocuente silencio de sus pinturas” y se mencionaban los dos heterónimos que Rábago ha sostenido en la prensa: primero fue OPS, “con sus inteligentes reflexiones surrealistas”, y luego El Roto, “con sus agudas y penetrantes críticas”.También se subrayaban dos de sus más de 120 exposiciones, las monográficas en las que dialogó con Goya. Una fue en la propia sede de la Academia, en 2012, y la otra en el Museo del Prado, titulada No se puede mirar (2019), con 36 aguadas inspiradas en la obra satírica del autor de Los caprichos. Su obra se ha expuesto, entre otros, en el Centro Cultural Conde Duque (Madrid), el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla; ha estado varias veces en Arco y en diferentes sedes del Instituto Cervantes.Andrés Rábago, delante del cartel de su exposición en el Museo del Prado, en noviembre de 2019.SAMUEL SÁNCHEZEsa laudatio estuvo precedida, como es reglamentario en la casa, de un informe de la propia sección concernida, Pintura, formada por 11 miembros (10 hombres y una mujer) y presidida por el retratista Hernán Cortés. Ese informe consensuó que Rábago era “un candidato idóneo”, ratifican dos miembros de la corporación. Si la sección para la que se presenta alguien le da su visto bueno, los miembros de las otras secciones normalmente respetan esa decisión por un principio de no interferencia en otra disciplina artística. “A veces ha ocurrido que, pese a un informe favorable, no sale un candidato, pero ha sucedido normalmente cuando hay más de uno. Con uno solo es muy extraño”, cuenta una fuente.Sin embargo, entre ese informe favorable y las votaciones del lunes, que finalizaron en torno a las 20.30, hubo quien se dedicó a intrigar para que el apoyo se tornara en una negativa, y lograron su objetivo cuando se abrió la urna y el secretario fue contando los votos. Los que apoyaban a Rábago se sintieron anonadados, en algún caso con tristeza, porque veían que se había esfumado la posibilidad de que una personalidad combativa y sensata se incorporara al pleno. Preguntado por este diario, Rábago ha preferido no hacer comentarios sobre las votaciones.Los motivos de los que se oponen no están claros: la razón oficial que apuntan estos es que no es pintor y que debería haberse presentado para la sección de Nuevas artes de la imagen, donde hay representantes de otras disciplinas, por ejemplo, el diseñador José María Cruz Novillo, el historiador de cine Román Gubern o la fotógrafa Isabel Muñoz. Sin embargo, hay quien señala que el castigo ha sido por las ideas de Rábago y por su pertenencia a EL PAÍS. “La Academia es una institución vetusta, que no está al tanto de la calle”, lamenta uno de los consultados. Mientras que otra fuente confirma que el perfil de Rábago, “un crítico de la sociedad”, disgusta a un sector de la academia que “es muy reaccionario”.Preguntado el director de la Academia de Bellas Artes, Tomás Marco, por este asunto, ha respondido a EL PAÍS: “Los plenos de la Academia son objeto de un acta. No hay nada que comentar sobre un acta interna. Y menos sobre asuntos de voto que siendo secreto solo es de quien lo emite”.El intrincado sistema de votación de la academia señala que para ser elegido en primera votación, “el candidato habrá de obtener el voto favorable de las dos terceras partes de los académicos numerarios con derecho a voto”. Si no lo logra, “se procederá en la misma sesión a nueva votación y será elegido el que obtenga el voto favorable de los dos tercios de los académicos numerarios con derecho a voto que hubieran participado en la primera votación”. Si tampoco, “se procederá en la misma sesión a una tercera votación, en la que bastará que se obtenga el voto favorable de la mitad más uno de los académicos numerarios con derecho a voto que hubieran participado en la primera votación”. “Si ninguno lo obtuviese, se anunciará de nuevo la vacante”. En todas estas votaciones se admite el voto por carta de los académicos que no puedan asistir a la sesión.Rábago, heredero del estilo de los grandes ilustradores alemanes de entreguerras y del español Castelao, publicó su primer dibujo a mediados de los sesenta, en La Estafeta Literaria. Empezó como OPS en revistas humorísticas, como Hermano Lobo y La Codorniz; en Triunfo (publicación política del antifranquismo), Cuadernos para el diálogo o Madriz, ya a mediados de los ochenta. Como El Roto estuvo primero en las páginas de Diario 16 y después en El Independiente. En EL PAÍS debutó el 5 de febrero de 1996. Desde ese día muestra su visión satírica de la realidad, con críticas agudas, en dibujos normalmente pegados a la actualidad. Su humor gráfico se resuelve en un dibujo austero, sintético, en coherencia con un texto breve.De él ha escrito Antonio Muñoz Molina que es “un francotirador que cada día dispara un solo tiro que da siempre en la diana”. Rábago ha dicho en alguna ocasión sobre su trabajo: “El núcleo de la sátira es poner de manifiesto aquello que consideras que son falsificaciones o mentiras, las formas en que se presentan las cosas para ser más digeribles. Arrancar esa careta es justamente lo que hace la sátira”.Como artista, su obra se caracteriza por el simbolismo. Él considera que el arte, como declaraba a este periódico en una entrevista en 2023, “tiene un poco de psicoanálisis, de irte observando, es un trabajo introspectivo”. Entre sus predilectos están Giotto, El Greco, De Chirico o Munch.Los dibujos y viñetas de Rábago se pueden encontrar en los cerca de cuarenta libros que ha publicado, como No se puede mirar (y otras estampas), de la editorial Reservoir Books, en 2019; Antitauromaquia (junto a Manuel Vicent), en Random House (2017), Desescombro (Reservoir Books, 2016); Oh, la l’art (Libros del zorro rojo, 2013) o Viñetas para una crisis (Reservoir Gráfica, 2011). Como OPS ya había publicado Bestiario (Alfaguara, 1989), Ovillos de baba (Editorial Castellote, 1973) o Los Hombres y las Moscas (Editorial Fundamentos, 1971). Su último libro, sin embargo, es un compendio de aforismos sobre su proceso creativo y el mundo del arte, Parpadeos (Taurus, 2023).Viñeta de El Roto del 28 de marzo de 2025.Rábago es premio de Periodismo Francisco Cerecedo, en 2010; premio Nacional de Ilustración, en 2012, y Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (2017). Brillante conversador, transmite en la cercanía una serenidad —quizás fruto de su interés por la filosofía oriental— que no casa con los fogonazos que suponen sus viñetas. El Roto es, indiscutiblemente, una de las señas de identidad de este diario, como atestigua el muro exterior del edificio de EL PAÍS ilustrado con una de sus viñetas. Y como demuestra cada día, lo suyo no son los dibujos graciosos, aunque en alguna ocasión puedan despertar carcajadas. Lo suyo en cada viñeta es una inquietante invitación al lector a la reflexión.

Miembros de la Academia de Bellas Artes maniobran contra El Roto para impedir su ingreso en la institución | Cultura
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