Podemos describir la pannacotta como un flan de nata. No lleva cocción, y la textura se consigue añadiendo gelatina a la nata, así que el símil con el flan se queda solo en lo visual. Empiezo a describirla por su aspecto porque tengo la firme convicción de que la pannacotta va servida desmoldada, y con la textura correcta. Me explico: la única dificultad reside en usar la mínima cantidad de gelatina posible, la que le permite aguantarse de pie manteniéndose cremosa.En los restaurantes solemos encontrar tres tipos: el peor, la que se aguanta de pie sin ningún problema porque le han puesto gelatina como si fuera bótox en la cara de Donatella Versace. Los que prueban esta pannacotta piensan, y con razón, que los italianos son unos vendehumos y que vaya asco esta gelatina de leche. El menos malo, pero con trampa es el de la pannacotta servida en copa. Se pone menos gelatina para conseguir una textura cremosa, demasiado poca para que el postre se pueda desmoldar. Para mí este es un atajo no del todo correcto. Raras veces encuentras el tercer tipo, es decir la pannacotta bien hecha, desmoldada y cremosa. Aún recuerdo la que probé en Fokacha, perfecta, sencilla, con solo una gota de aceto balsámico para acompañarla.Una vez que tengas la proporción correcta de gelatina y nata, como la de la receta de hoy, tu única preocupación será cómo incorporarle un sabor. Puedes aromatizar la nata añadiendo un líquido o un puré -unas fresas trituradas, café o un licor, por ejemplo- o por infusión, dejando que la nata coja el sabor de unas pieles de naranja, una vaina de vainilla, semillas de cardamomo o, como en esta receta, unas almendras tostadas. Hazlo fácil: añade a la nata un aroma y después, como mucho, otro elemento que acompañe o haga contraste al momento de servirla. Puede ser un coulis de fruta, unas migas de galletas, un poco de cacao en polvo o un crujiente.Dificultad: Tienes que encender el horno, poco másIngredientesPara 4 personas 100 g de almendras con piel 600 g de nata para repostería o 500 g de nata y 100 g de leche entera 6 g de gelatina en láminas 75 g de azúcar más 2 cucharadas 250 g de fresas, para acompañarInstrucciones1. Encender el horno a 180ºC y tostar las almendras unos 15 minutos.2. Calentar la nata con las almendras tostadas, se puede hacer en un cazo al fuego o al microondas. La nata solo tiene que calentarse, no hervir. Una vez que esté humeando, reservar y dejar infusionar una hora.3. Escurrir bien las almendras, mezclarlas con las dos cucharadas de azúcar apartadas y disponerlas en la bandeja del horno cubierta con papel sulfurizado. Dejarlas garrapiñar unos 15 minutos a 180ºC. Reservar.4. Poner en remojo las hojas de gelatina en un bol con agua fría. Para saber cuánta gelatina añadir, si no se tiene una báscula de cocina, dividir el peso de la confección por el número de hojas de gelatina: así se calcula el peso de cada hoja. 5. Calentar la nata aromatizada con el azúcar, sin que llegue a hervor. Apagar el fuego.6. Escurrir las hojas de gelatina, estrujándolas bien con la mano, y añadirla a la nata caliente, mezclando.7. Una vez que toda la gelatina esté incorporada, repartirla entre los moldes -pueden ser flaneras o cualquier otro recipiente que luego se pueda desmoldar. Reservar la pannacotta en la nevera al menos ocho horas (pueden ser más).8. Servir la pannacotta con las fresas en láminas y las almendras garrapiñadas picadas.Si tienes dudas o quejas sobre nuestras recetas, escríbenos a elcomidista@gmail.com. También puedes seguir a El Comidista en Youtube

‘Pannacotta’ de almendras tostadas con fresas | El Comidista | Gastronomía
Shares: