Las ciudades pueden parecer hostiles para la vida salvaje. Asfalto interminable, ruido por doquier y pavimento en lugar de árboles. Pero algunas criaturas aprenden a moverse en estos lugares con la destreza de quien ha nacido ahí. Tal es el caso del halcón o gavilán de Cooper, dueño y señor de las calles desde hace más de 50 años. El animal suele desplazarse confiado como quien ha cambiado el montañoso paisaje norteamericano por el skyline de las ciudades y ha hecho las paces con el avance inminente de los entornos urbanos. Esta ave rapaz, reconocible a simple vista por su dorso gris y pecho con líneas anaranjadas, posee además unos ojos rojizos que pueden detectar con extrema precisión a pequeños mamíferos, reptiles e insectos. O como en esta historia, una bandada de aves más pequeñas que se cruza en el lugar y el momento equivocados.Fue esta escena casual que llamó la atención del científico Vladímir Dinets, profesor de la Universidad de Tennessee (Estados Unidos). Cada mañana, al llevar a su hija en coche al colegio por las calles de West Orange, en el estado Nueva Jersey, pasaba por la misma intersección. Un día, notó algo fuera de lo usual: un halcón joven parecía conocer el ritmo de los semáforos. Día tras día, observó cómo el ave usaba un árbol como punto de acecho, inmóvil y atento al momento exacto en que el color del semáforo cambiaba a rojo y sonaba el pitido que indicaba a los peatones que podían cruzar. Cuando se formaba la fila de autos, el halcón volaba entre los autos, emboscando a su presa al otro lado de la calle.Más informaciónDinets decidió estudiar al ave de cerca. Entre diciembre de 2021 y marzo de 2022, le dedicó jornadas de hasta 12 horas, tomando notas y tratando de comprender lo que sucedía. Sus conclusiones, que se publican este viernes en la revista Frontiers in Ethology, sugieren que aquel espécimen sabía leer el entorno, reconocer las señales acústicas y apoyarse no solo en sus habilidades naturales, sino también aprovechar todos los elementos de la vía pública para cazar, pese a que no podía divisar directamente a su objetivo.La ruta utilizada por el halcón para atacar a las aves que se alimentan frente a la casa número 2 se muestra con flechas blancas. El halcón apareció en el árbol frente a la casa número 11 tan pronto como sonó el semáforo del cruce (con asteriscos blancos), y atacó cuando la cola de coches llegaba a la casa número 8, lo que le permitía llegar a la casa número 1 sin ser visto por las posibles presas.Vladimir Dinets“No es común observar comportamientos de depredadores de manera regular. Como zoólogo, cuando se presenta una oportunidad así hay que aprovecharla”, cuenta Dinets en conversación con EL PAÍS. El estudio indica que esta ave tuvo que desarrollar “un mapa mental preciso de la calle” para alcanzar sus presas. Eso significa que el halcón podía comprender la conexión entre el sonido y la longitud final de la cola de coches. Para Dinets, el comportamiento es “una impresionante demostración de inteligencia” que evidencia la capacidad de este animal para colonizar con éxito “un entorno inusual y peligroso”. Las aves aprenden no solo a evitar el peligro que representan las ciudades, sino también a explotarlas de diversas maneras en beneficio propio.Un año después, el experto volvió a pasar por la misma intersección y allí, cazando con la misma estrategia, vio a un halcón ya adulto. “El invierno siguiente lo vi con plumaje adulto cazando exactamente de la misma manera”, dice. “Estoy bastante seguro de que era él, pero no puedo probarlo”, reconoce.Las aves que habitan las ciudadesEl comportamiento del halcón, en realidad, no sería inusual. La bióloga Wenfei Tong, autora de libro Entendiendo el comportamiento de las aves: Una guía ilustrada sobre lo que hacen y por qué las aves (Lectio Ediciones), opina que no es un hallazgo novedoso debido a la “naturaleza anecdótica de las pruebas”. “Muchas de las aves han mostrado niveles mucho más altos de sofisticación cognitiva, especialmente loros y córvidos”, sostiene la experta.El autor principal del estudio matiza esa perspectiva. “Es un punto válido, pero tendemos a definir la inteligencia según nuestros propios parámetros y la naturaleza no funciona así. Cada especie tiene su propia forma de ser inteligente. Los loros y los cuervos son muy sociales y juguetones, lo que se ajusta más a nuestra idea de inteligencia. Los halcones parecen menos cercanos, pero pueden ser igual de inteligentes”, agrega Dinets.Abundan entre las aves los ejemplos de comportamientos asombrosos relacionados con el tráfico. Se ha visto que los cuervos dejan caer nueces e incluso pequeños vertebrados en carreteras para que los coches los maten o los aplasten. Las aves carroñeras se comportan como verdaderas patrullas de las carreteras para atrapar inmediatamente a los animales atropellados. Muchas de ellas en EE UU están divididas por familias de cuervos que las vigilan desde el amanecer hasta el anochecer, esperando su comida bajo las ruedas. O el caso de los pájaros cantores que recogen insectos muertos de los coches e incluso anidan en trenes y barcos en movimiento. Algunas aves pequeñas usan los carros como refugios móviles contra los halcones que los persiguen. En Europa, por ejemplo, está también los milanos negros viviendo en ciudades, especialmente en lugares como España. En Ucrania, en la ciudad de Járkov, se sabe que los gavilanes aprendieron a usar autos en movimiento mientras cazaban. El azor, explica el autor principal del estudio, parece haber adoptado la misma técnica tras observarlos. En Sudamérica, varias especies de buitres prosperan en zonas urbanas. A veces, entre el bullicio del tráfico y el ajetreo diario, la naturaleza encuentra grietas. En ellas, algunos animales no solo sobreviven, también pueden triunfar.

Cómo un halcón aprendió a usar el semáforo para cazar en medio del tráfico callejero | Ciencia
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