EL PAÍS ofrece en abierto la sección América Futura por su aporte informativo diario y global sobre desarrollo sostenible. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscríbete aquí.Andy Chang acaba de cumplir 45 años, vive en Chicago y ocupa un cargo directivo en la University of Chicago Medicine, uno de los hospitales académicos más importantes del país. Pero tiene una tarea pendiente: hacerse una colonoscopia. Una rutina médica, nada extraordinaria. Lo difícil es conseguir la cita. Llama al hospital y le piden que deje un mensaje. Lo hace. Le devuelven la llamada. Otro mensaje. Vuelve a llamar. Propone resolverlo por correo. “No se puede”, le dicen, “tiene que ser por teléfono”. Han pasado seis meses y sigue esperando.La escena podría parecer una caricatura, pero es real. Es el sistema de salud atrapado en su propia burocracia, desbordado por procesos que no han evolucionado al ritmo de las necesidades humanas. Chang compartió su experiencia ante cientos de personas en el CNX Chicago, uno de los eventos de tecnología más importantes de la ciudad. Entre risas irónicas que reconocían lo cotidiano de la situación, dejó una frase que condensó el problema (y la posible solución): “Si AgentForce hubiera existido, ya estaría hecho”.Andy Chang, vicepresidente y director de marketing de UChicago Medicine, en 2023.UChicago MedicineLa urgencia no es menor. Según la Organización Mundial de la Salud y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), los hombres deben comenzar a hacerse una colonoscopia desde los 45 años, aunque no tengan síntomas. No es una exageración: el cáncer colorrectal se encuentra entre los más comunes a nivel mundial, y detectarlo a tiempo puede significar la diferencia entre una intervención preventiva y una carrera contrarreloj. La doctora Montserrat Del Castillo, médica de la UNAM, explica que este procedimiento permite identificar y extirpar pólipos antes de que se vuelvan malignos. Pero ese beneficio solo es real si hay acceso. “¿De qué sirve la tecnología médica más avanzada si una simple cita tarda medio año en llegar?”, reflexiona.Chang no hablaba de ciencia ficción ni de atajos mágicos, sino de una nueva forma de concebir la tecnología: como una aliada para transformar la experiencia humana en los sistemas más importantes, como el de salud. Desde Salesforce, la empresa estadounidense líder en gestión de relaciones con el cliente, llaman a esta visión el nuevo stack agentic: una arquitectura tecnológica que unifica datos, integra aplicaciones, activa flujos de comunicación y permite que agentes creados con inteligencia artificial realicen tareas específicas sin sustituir lo esencial: el vínculo humano.Más allá de automatizar tareas o generar imágenes con estilo Ghibli, la inteligencia artificial también puede salvar vidas. Mientras los pacientes siguen enfrentando demoras considerables, la comunidad médica ya debate cómo la IA podría evitar que historias como la de Chang se repitan. Este potencial fue el eje del Congreso Anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO), celebrado recientemente en Chicago. Más de 40.000 especialistas debatieron sobre el futuro de la atención oncológica bajo un lema claro: “Llevar el conocimiento a la acción”.“La medicina no será la misma en dos años debido al amplio uso de la inteligencia artificial”, dijo la doctora Debra Patt, de la Red Oncológica de Estados Unidos. Su afirmación no parte del entusiasmo, sino de la evidencia: la IA ya está ayudando en el diagnóstico del cáncer, el diseño de tratamientos personalizados y el acceso a ensayos clínicos. Todo ello contribuye a un sistema más justo, eficiente y centrado en el paciente.Claro que el impacto ambiental de estas tecnologías es real y debe abordarse con responsabilidad. Pero cerrarse a su potencial humano también implica un riesgo: perpetuar sistemas ineficientes, excluir a quienes más necesitan ayuda y renunciar a una herramienta que puede marcar la diferencia.Aquí entran en juego tecnologías como Data Cloud, uno de los pilares de Salesforce, que permite centralizar la información del paciente sin duplicarla ni fragmentarla. Esa integración es clave para rediseñar la experiencia clínica: anticiparse, acompañar y responder en tiempo real. Con precisión y empatía.En América Latina, este debate también empieza a cobrar fuerza. La doctora Guadalupe Rodríguez Porcayo, expresidenta de la Sociedad Mexicana de Salud Pública (2023–2024), considera que la inteligencia artificial “sería muy útil y agilizaría las citas médicas”, incluso en instituciones públicas como el IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social) o el ISSSTE (Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado). Sin embargo, advierte que su efectividad se vería limitada por un problema estructural: la insuficiencia de personal médico. “Se pueden agendar más citas con IA, pero si no hay suficientes profesionales de la salud, cada paciente seguirá esperando su turno. La tecnología no sustituye el tiempo necesario para una atención de calidad”, señala. Para ella, el verdadero reto está en reforzar el primer nivel de atención y fomentar una cultura de prevención. “El problema de fondo es la falta de educación para la salud en la población y la detección oportuna. Hay que hacer un trabajo intenso desde los centros de salud y las unidades de medicina familiar”.La inteligencia artificial no resolverá por sí sola todos los problemas, pero puede ser una poderosa aliada para construir un sistema de salud más ágil, justo y centrado en las personas. Si se acompaña de voluntad política, inversión en personal médico y una apuesta clara por la prevención, es posible que historias como la de Andy Chang dejen de ser la norma y empiecen a volverse la excepción, tanto en Estados Unidos como en México y el resto de América Latina.

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