¿Y si preservar la naturaleza no fuera una apuesta solo de futuro, sino que también reportara beneficios económicos claros a más corto plazo? En momentos en que todo parece girar en torno a la competitividad y los réditos, la Comisión Europea ha presentado este lunes una hoja de ruta para lograr que invertir en los ecosistemas sea una inversión rentable para todos. El mecanismo propuesto son los denominados “créditos a la naturaleza”, un sistema de incentivos para empresas que inviertan en acciones positivas para la naturaleza, lo cual a su vez también reportará beneficios económicos para los responsables de dichas acciones, especialmente los trabajadores del campo.“Tenemos que replantearnos de forma urgente cómo valoramos la naturaleza”, ha explicado la comisaria de Medio Ambiente, Jessika Roswall, al presentar la hoja de ruta de un proyecto aún por perfilar pero que se fija una primera meta en 2027, para cuando quiere tener listo el primer proyecto piloto de este tipo de créditos. “La protección de la naturaleza se considera un coste, pero tenemos que empezar a pensar en ello como una inversión”, ha agregado, recordando que aunque el 75% de las empresas europeas dependen de la naturaleza, el 80% de la misma naturaleza europea está “en mal estado”.La idea de estos créditos es, sobre todo, incentivar al sector privado para que invierta en medio ambiente. O, como dice la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, “la naturaleza tiene que entrar en la hoja de balance comercial”. Aunque se trata de un mercado aún muy en sus primeras etapas —“solo estamos al principio del camino”, ha subrayado Roswall—, el potencial, cree Bruselas, es grande: según sus cálculos, la demanda global por créditos en biodiversidad podría llegar a los 180.000 millones de dólares. Y si la UE logra hacerse con parte de esta demanda, subraya la Comisión, esto “podría contribuir a cerrar el déficit de financiación para la biodiversidad en Europa, que se estima en 37.000 millones de euros anuales”.La idea es que los créditos a la naturaleza sean generados por aquellos que realizan acciones de restauración o mantenimiento de la biodiversidad, como “un grupo de agricultores o administradores de tierras que trabajen juntos para restaurar o mejorar un área natural”, por ejemplo un humedal o un área forestal. La iniciativa está también abierta, apunta Bruselas, a pescadores, silvicultores o incluso comunidades locales. La Comisión propone crear un grupo de expertos independientes que analice cada proyecto propuesto por estos grupos, así como su implementación y el impacto buscado. Si cumple con los requisitos de certificación de biodiversidad apropiados, recibirá un certificado, que a su vez permitirá emitir créditos. Estos serían a su vez vendidos a empresas, como compañías del sector agrícola, aseguradoras, instituciones financieras, autoridades públicas o incluso ciudadanos “que quieran contribuir a la restauración de la naturaleza, cumplir objetivos de sostenibilidad, invertir en la reducción de riesgos relacionados con la naturaleza o apoyar ecosistemas locales”, señala Bruselas. Los ingresos irían a parar a los actores que han causado la mejora en biodiversidad —ya sea impulsando la fertilidad del suelo, la polinización o el almacenaje de agua, por ejemplo— proporcionándoles así un ingreso extra por una actividad que además mejora la salud de los ecosistemas, mientras reduce los costes vinculados a su deterioro.Restaurar la naturalezaMientras, para las empresas que han adquirido los créditos, estos podrían contribuir a que sus procesos de producción sean más respetuosos con la naturaleza, aumentar su solvencia y facilitar el acceso a financiación. También, considera la Comisión, pueden contribuir a reducir el riesgo de sus cadenas de suministro, bajar las primas de seguros y cumplir los objetivos corporativos de seguridad. “Son una herramienta creíble que podría ayudar a empresas e inversores a restaurar la naturaleza en línea con sus compromisos corporativos”, según Roswall. La comisaria ha destacado que “no se trata de una solución milagrosa, sino parte de un cambio más amplio para valorar la naturaleza” que busca implicar en este proceso al sector privado clave para que tenga éxito, por mucho que la financiación pública siga siendo la “piedra angular” de la protección y restauración de la naturaleza. Y el momento es el adecuado, ha subrayado en una comparecencia para adelantar los planes, que todavía no están apoyados por medidas legislativas concretas: “Las instituciones financieras empiezan a considerar las pérdidas en biodiversidad como un riesgo material que hay que mitigar. Los inversores están invirtiendo en soluciones asadas en la naturaleza para reducir los daños de inundaciones o incendios”, ha recordado.La idea, que en principio suena atractiva —hacer del cuidado de la naturaleza una inversión—, puede rápidamente convertirse en una trampa para que las empresas hagan su greenwashing (ecopostureo o lavado verde) o incluso una manera de destruir por un lado y compensar por el otro. De ahí que la Comisión vaya con tanto cuidado —si es suficiente, solo se verá más adelante— a la hora de construir este esquema nuevo de créditos que, aunque se basa en otro ya conocido y probado, el de carbono, tiene mucha más dificultad puesto que es mucho más difícil medir la biodiversidad que una tonelada de CO₂. Por eso la hoja de ruta empieza por la creación de “estándares claros y una certificación fiable” basados en un proceso “transparente” en el que se consultará a todos los actores implicados en el proceso, con una llamada a enviar sus opiniones hasta el 20 de septiembre próximo. Mientras, empezará a buscar a expertos que creen la comisión independiente, cuyo proceso de selección también comenzará en septiembre.

Bruselas quiere incentivar la protección de la naturaleza con “créditos” que animen a invertir en medio ambiente | Clima y Medio Ambiente
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