La Policía Nacional ha detenido en Petrer, municipio alicantino de 34.187 habitantes, a un vecino de la localidad de 42 años al que se vincula con 11 agresiones sexuales, dos de ellas violaciones, cometidas a lo largo de ocho años, entre 2017 y el pasado mayo. A todas las víctimas, mujeres de edades comprendidas entre los 18 y los 52 años, las atacaba por la espalda de noche o de madrugada y siempre, según fuentes policiales, en entornos cercanos a sus domicilios. Una de las agredidas fue atacada dos veces en años distintos. El establecimiento de un patrón de conducta y la idéntica descripción del agresor por parte de todas sus víctimas condujeron este jueves a su arresto, tras el que un análisis de ADN ha completado la identificación definitiva. El detenido pasará a disposición de un juzgado de guardia de Elda, en Alicante, en las próximas horas.Según adelanta el periódico local Información, el presunto agresor acechaba en zonas muy concretas de Elda y Petrer, dos ciudades del interior de Alicante separadas por apenas una calle. La primera agresión ocurrió en 2017, cuando el detenido contaba unos 34 años, pero la operación que ha acabado con su arresto, según puntualizan fuentes conocedoras del caso, comenzó poco después, cuando se encadenaron varias denuncias por hechos similares. La forma de actuar siempre era la misma: mujeres de diferentes edades que volvían solas a su domicilio de noche, atacadas por sorpresa y con violencia en áreas próximas a la Avenida de Madrid, que separa ambas poblaciones y que, según determinó la investigación, se encontraban cerca del domicilio del detenido.Según las fuentes consultadas, ninguna de las víctimas pertenecía al entorno cercano del agresor. Una de ellas, sin embargo, fue agredida dos veces, quizá porque el arrestado pudo reconocerla de su primer ataque. La mayoría de ellas pudo escapar durante el ataque, aunque en dos de los casos hubo violación con penetración. Todas ellas compusieron un retrato robot idéntico del atacante, lo que facilitó una investigación compleja y larga, “debido a la intermitencia de las agresiones, la escasa información inicial disponible y la ausencia de pruebas concluyentes durante los primeros años”, explican fuentes policiales.La operación Shaolín, con la que finalmente se pudo identificar al agresor, comenzó casi a ciegas. El atacante espaciaba mucho las agresiones y las realizaba además en zonas y horarios en los que apenas cabía la posibilidad de encontrar testigos directos. Una vez acotado el territorio en el que se movía el violador, y con los testimonios de las víctimas en mano, intervino la sección de Análisis de conducta de la unidad central de inteligencia criminal. El ahora detenido, presuntamente, mostraba un comportamiento definido por el que se podía afinar casi al detalle su identificación. Ayer, jueves, los agentes procedieron a su arresto y al registro de su domicilio. En su vivienda, sostiene la policía, hallaron elementos que lo relacionarían, en principio, “con las agresiones sexuales que se le atribuyen”. Un análisis de su ADN y su comparación con el de las muestras recogidas a lo largo de la investigación, han permitido confirmar su implicación.

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