Enfila Joao Almeida la calle Toribio Echebarria con Enric Mas a su rueda, y el corredor del Movistar no le disputa la victoria, así que levanta el puño en triunfo y cierra una semana en la que después de 19 horas de tiempo clemente con los ciclistas tiene que negociar la última, llena de descensos peligrosos y deslizantes, bajo la lluvia que le da un tono épico a su victoria. Pero solo es la foto final de una carrera con buen tiempo, sin dificultades climáticas para los corredores, incluso con calor de Tour en algunos momentos.Pero empapados, Almeida y Mas llegan en cabeza después de la negociación iniciada por el mallorquín, frustrada por el portugués y cazada por las cámaras de televisión: “¿Me dejas ganar?”, pregunta Mas. “¿Me dejas la etapa?”, insiste, pero el líder dice que no, “por respeto a mis compañeros de equipo que han trabajado tanto”, confiesa luego. El líder del Movistar lo entiende, y no lo repite, pero sí aprieta porque también hay premio por acabar escapado junto al líder, porque los dos abren camino después de relegar a Ben Healy y a Del Toro, que sobrevive milagrosamente a la caída de Skjelmose, a pesar de tropezar con su bicicleta en pleno descenso. Consigue soltar el pie del pedal y haciendo equilibrios, mantenerse en la ruta.Almeida hace doblete por valiente, atacando cuando tal vez no le hacía falta. “Eso lo aprendemos de Pogacar”, dice. “Igual hace dos o tres años me hubiera conformado con seguir a rueda, pero con Tadej aprendes a ser valiente”.Más informaciónSe cocina la etapa en los últimos kilómetros, dando vueltas a ese circuito infernal en los alrededores de Eibar. Otra vez Izua, por su ruta tradicional, la que desde tiempos inmemoriales del ciclismo se desviaba después hacia el Santuario de Arrate, pero en vez de girar a la derecha lo hace a la izquierda, y es poco antes cuando a Lipowitz, que aspiraba al podio, le deja parado una avería mecánica, y cuando puede cambiar la bicicleta por la de otro compañero, Almeida, Mas o Schachmann, que se agarra a la carrera como un gato a las cortinas, ya no está allí, porque el líder, imbuido por el espíritu del maillot amarillo, hace caso a los consejos de Pogacar y toma protagonismo en primera persona. Le sigue Enric Mas, que todavía tiene lejos el podio y un grupo de corredores selectos, pero cerca la posibilidad de sorprender en la etapa. Alcanzan a Healy, que estaba en cabeza para intentar repetir la jugada de la víspera, en los falsos llanos de Trabakua, una carretera ancha, tendida, siempre en ascenso, en la que el fugado ve a su espalda a los perseguidores.Es allí, una vez cazado el irlandés del EF, cuando aprietan Mas y Almeida, les sigue Skjelmose y con más dificultades Del Toro. En la bajada hacia Eibar se cae el danés, se salva Del Toro y se van definitivamente quienes después ocuparían los primeros puestos de la etapa y la General, porque Mas quería ganar la etapa, y por ello intentó negociar con Almeida, pero también tenía la misión de meterse en el podio. La primera opción no fue viable, la segunda sí. Relegó al desafortunado Lipowitz del cajón y subió al segundo escalón, con Max Schachmann en el bronce.“Es una reafirmación para mí”, confiesa Almeida. “Todo ha ido perfecto, todo ha ido según lo planeado y he conseguido la mejor victoria de mi carrera”, lo cual no es poco en un equipo como el UAE lleno de grandes figuras. “Hay corredores muy buenos”, asegura, “pero Matxin lo sabe gestionar muy bien; todos tenemos oportunidades”, y añade: “Hay competencia, pero mucho respeto”.Joao Almeida sucede en el palmarés de la Itzulia a su compañero de equipo Juan Ayuso, ganador en 2024, y desmiente a quienes huyeron de la carrera vasca por sus supuestos trazados peligrosos: “Aunque ha llovido, aquí las carreteras están siempre muy bien”, aunque, “siempre hay que andar con precaución”.

Joao Almeida aprende de Pogacar y ataca para llevarse la Itzulia | Ciclismo | Deportes
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