Juani Ruiz, a sus 62 años, es una “mujer de sueños cumplidos”. Aunque se formó como actriz, tuvo que esperar a 2020 para debutar. Lo hizo en la serie Veneno, que se convirtió en un fenómeno, interpretándose a sí misma, pues había sido amiga de Cristina Ortiz, La Veneno, icono trans. A ese trabajo siguieron papeles en Cardo y Vestidas de Azul, ambas producidas también por Suma content, propiedad de Los Javis (Javier Ambrossi y Javier Calvo). Y ahora repite con ellos en Superstar, para Netflix, que narra en capítulos la vida de Yurena (antes conocida como Tamara). “Trabajar tantos años en la calle [como prostituta] deja secuelas: baja autoestima, mucho miedo, malos rollos”, explica Ruiz, “en esa época, estaba muy mala”. “Me sentía fatal y se me complicaba la vida. El teatro me ayudó mucho: me sentí valorada, querida y validada como persona”.Ruiz, que nació en Badolatosa, un pueblo sevillano de poco más de 3.000 habitantes, acabó desconectando del arte dramático hasta que hace cinco años se tomó un buen sorbo de éxito: “En el 2020 llegó la hora”, afirma. Un triunfo que le ha permitido cumplir otra aspiración. De niña, soñaba con ser cantante, el año pasado publicó Ahora viene lo mejor, su segundo sencillo, que acabó interpretando en uno de los escenarios del Orgullo de Madrid. “Soy actriz y canto un poquito”, se define.Pregunta. Debutó con Veneno, que narraba la vida de una de sus amigas.Respuesta. Cristina y yo nos hicimos amigas en 2011 y lo fuimos hasta que falleció. Ella saltó a la fama a mediados de los noventa, cuando se convirtió en un icono. Era espectacular: guapísima de cara, de cuerpo y de todo. Cuando empezó a salir en la tele, había gente que la criticaba, pero los años pasaban y ella seguía adelante. Eso me alegraba. En esa época, nos veíamos ―ella hablaba mucho con una amiga mía en las discotecas―, pero no teníamos confianza. Cuando trabajábamos en la calle, había humillaciones, estigma y prejuicio. No nos trataban bien. Entonces, todo estaba un poquito peor. Las cosas han cambiado, aunque más tienen que cambiar.P. En Estados Unidos, con recortes de derechos para las personas trans y, en general, LGTBIQ+ promovidos por su presidente, parece que van a peor.R. Hay que tener mucho cuidado de que no vayamos para atrás. Las personas que quieren hacernos daño son infelices. Deben tener tanta rabia y odio que no pueden alcanzar la felicidad. Hay mucha gente con poder, que no están muy bien de la cabeza. Son gente muy cerradita. Pero les digo una cosa: la vida es como un bumerán, lo tiras y vuelve 40.000 veces más fuerte. Igual no son conscientes de ello.P. Además, ahora hay muchos más referentes LGTBIQ+.R. Antiguamente, solo se nos asociaba con la prostitución. Ahora, con muchas más mujeres trans visibles y diversas, estamos más arropadas. En este camino han sido importantes muchas: La Veneno, la artista Bibiana Fernández, la política Carla Antonelli, la periodista Valeria Vegas… [Justamente, Vegas fue la que describió a Ruiz como “mujer de sueños cumplidos”].Gracias a Cristina se hizo la serie Veneno. Si ella no hubiese tenido el valor de salir ante la cámara ―a contar su historia, su vida, sus desgracias―, no se hablaría ahora tanto de nuestra realidad. El fenómeno no solo ha sido en España, sino que ha sido mundial. Como ella quería. Las mujeres trans, el colectivo LGTBI+ en general, hemos avanzado gracias a Veneno. Gracias a ella, hemos dado pasos adelante.”El yoga me ha ayudado muchísimo. Practico todos los días: de lunes a domingo”, dice Juani Ruiz. Jaime VillanuevaP. ¿Cómo se lleva con Los Javis?R. Noto mucho cariño por parte de ellos y también de toda la productora. En la sede hay una foto mía, de la serie Cardo. Pensaba que era una fotito, pero cuando fui y vi una pared entera con una foto mía… Me quedé muerta. Madre mía. Me sentí muy halagada. Me hizo mucha ilusión. Me han llamado para varios trabajos; el último, Superstar, una serie sobre Yurena.P. ¿Le gusta ser famosilla?R. Me gusta ser conocida y reconocida. Es una alegría interior. Aunque no me esperaba esta oportunidad, tampoco me extraña que haya llegado ahora, que estoy bien. Cuando estás bien, te pasan cosas buenas en la vida. Las personas que ahora llegan a mi vida conectan conmigo. Y las que no, intento ponerme en su lugar, entenderlas, comprenderlas. Gracias al yoga también soy más empática.P. ¿Qué le aporta el yoga?R. Me ha ayudado muchísimo. Y me sigue ayudando. Practico todos los días: de lunes a domingo. Me da paz, seguridad, autoconocimiento… Con el yoga aprendes a amar, a ti misma y a los demás. También, a relajar la mente (y eso no tiene precio). El yoga es sabiduría.P. ¿Qué relación mantiene con su pueblo?R. A mí, gracias a Dios, el pueblo me respeta. Me siento querida desde siempre. Mi hermano y mi sobrino viven allí, así que voy de vez en cuando, aunque ahora llevo tiempo sin visitarlos.P. ¿Está contenta?R. Sí, tengo una alegría interna duradera. La alegría y la paz la llevamos con nosotras mismas. He conseguido que mi felicidad no dependa de las cosas externas. La gente tiene que aprender a relajarse en cuerpo y alma. Yo lo hago en mi escuela [de yoga] y te cambia la vida por completo. Mi mente era como la de todos, como los monos saltarines, como un caballo veloz… Pero he aprendido a calmarla. Y no tiene precio. Lo digo con convicción y experiencia. Pero hay que ser tenaz: las cosas en la vida no llegan de un día para otro.

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