Mamen Sánchez Pérez no ha salido en su vida de este edificio en la parte más señorial del acomodado distrito madrileño de Chamberí. Lo cuenta, divertida, ella misma: “Aquí nací y crecí en casa de mis padres, aquí empecé a trabajar en ¡Hola!, y aquí vivo hoy con mi propia familia”. “Aquí” es su domicilio, un espléndido ático con jardín, donde nos vemos a la una de la tarde de un lunes, y al que llega, apurada, desde el piso inferior, donde sus empleados están atacados con el cierre de la revista que saldrá el miércoles con la boda de los talluditos Jeff Bezos y Lauren Sánchez en Venecia y el romance entre los jóvenes Aitana y Plex en Ibiza en portada. Un gato negro, de nombre Presidente, que rescató la hija de la anfitriona de cachorro en la calle durante la gran nevada Filomena, asiste impertérrito a la charla hasta que, de repente, se tumba y se queda igual de inmóvil, solo que patas arriba. “Míralo, el macarra callejero, haciendo yoga”, dice Sánchez, y se troncha. Sus ojos al hablar y escuchar, ora chispeantes, ora húmedos, revelan a una mujer de una hipersensibilidad y una curiosidad genuina. Más información¿Por qué escribe novelas? Por placer, absolutamente. Siempre he disfrutado escribiendo. Mucho más que haciendo entrevistas, por ejemplo. Tienes que conocer al personaje, hacer preguntas correctas e interesantes para nuestros lectores sin violentarle, porque ese es nuestro estilo. Me ponía y me pongo nerviosísima. Y fíjate que yo empecé a lo grande. ¿Cómo de grande? Pues cuando tenía 21 años y aún estaba estudiando, vino a España Benazir Bhutto, entonces primera ministra de Pakistán, y pidió que la entrevistara alguien de ¡Hola!, y que fuera mujer. Y, claro, mujeres que entrevistaran en inglés en la revista, solo estaba yo. Y allí que me fui, no recuerdo si al hotel Ritz o al Villamagna, después de comerme toda lo que había en la hemeroteca sobre Pakistán, porque no tenía ni idea. Me comía la responsabilidad. ¿Por qué cree que Bhutto quería aparecer en ¡Hola!? Pues yo creo que ella era muy lista y sabía exactamente a qué público quería llegar y de qué manera. En 1989 había salido ¡Hello!, nuestra versión británica, y, aunque imagino que habría otras entrevistas más políticas, querría mostrarse también como mujer, como madre, en una entrevista más humana. Ha estado en sitios y ha conocido a personas increíbles. ¿Qué o quién le inspira para sus novelas? Pues algo que me parezca divertido, que pueda contar cosas, que me den ganas de escribir sobre ello. Puede ser algo que me haya pasado a mí, o que me hayan contado, o haya leído. Mi libro más vendido, La felicidad es un té contigo (2014), me lo inspiró un lío que tuvimos en la revista de México: un fotógrafo estaba conchabado con una secretaria y facturaban dos veces los mismos trabajos. Entonces, cuando pasó la crisis, decidí escribir algo divertido para que mi amiga Maru, la directora, cambiara las lágrimas por risas. Su último libro va sobre una mujer que sufre el nido vacío. Tiene cinco hijos, ¿cómo está el suyo? Da igual los hijos que tengas, son cinco hijos únicos. Mi nido aún está llenísimo, pero dos ya han volado y los otros tres entran y salen. Empecé 11 veces este libro, y solo empecé a estar conforme cuando empecé a escribir desde el corazón. Siempre me había funcionado escribir, pero en este tema, no. No quiero contar ficción pura y dura. Me han pasado tantas cosas, tengo tanto dentro, que quiero contarlo. Tiene 54 años, ¿no será la crisis de la mediana edad? Algo de eso hay. Durante muchos años estás volcada en la crianza y educación de tus hijos. Piensas que la vida es eso. Y no. La vida de tus hijos no es tu vida. Tú ya no eres su prioridad. Y, de repente, te tienes que reinventar como persona, como madre, como mujer. Es ley de vida y es para bien, pero rompe el alma. En su novela, la anciana y elegante madre de la protagonista compra el ¡Hola!. ¿Barriendo para casa? Pues fíjate que dudé en ponerlo. Me daba cosa. Pero, en el momento que estaba escribiendo, también estaba leyendo unos relatos de Lucia Berlin, que es una autora que admiro muchísimo, y en uno de ellos contaba que compraba la revista. Me dio un vuelco el corazón y dije, pues si Berlin lo cuenta, ¿por qué yo no? Sus protagonistas son personas que viven en ambientes acomodados, casi como en una burbuja. ¿Usted también? Absolutamente. Vivo en una burbuja de protección desde que nací. ¡Pero si mis padres no me dejaban ir a Malasaña a divertirme, que está aquí al lado! Era territorio apache. Es verdad que en aquellos años había mucha droga y ellos querían protegernos a los hermanos de todo. Durante muchos años, solo iba de casa al cole y del cole al campo. ¿Y cómo la rompió? ¿O sigue en ella? La rompí leyendo. No nos dejaban ver películas de dos rombos, pero nos veían con un libro, cualquier libro, y no decían nada. Con los libros aprendí que había otras personas y otras maneras de entender la vida. Y luego ya, en la vida adulta, la universidad y los amigos me terminaron de abrir los ojos. Sánchez posa en el salón de su casa con sus obras: un ejemplar de su libro y diversos números de la revista ‘¡Hola!’.Bernardo PérezSus apellidos, Sánchez Pérez, son muy comunes, pero ¿cuántas veces le han llamado pija? Por los apellidos, desde luego, no. Nunca he tenido conciencia de ser pija. En mi casa había Coca Cola, por ejemplo, y mis amigas flipaban. Claro que me han podido leer como pija. De mayor, me di cuenta de que eso no era lo normal, pero en mi casa, vivía como vivía. Supongo que soy pija, pero es algo con lo que he crecido, estoy por encima del pijerío. El mejor amigo de mi padre era el guardés de la finca. Para mí, la educación y la elegancia es tratar a todo el mundo igual: al empresario multimillonario y al actor que no conoce nadie, a los reyes que a los camareros. Hace poco, la RAE aceptó “casoplón” como “casa grande y lujosa”. ¿Los casoplones que salen en ¡Hola! son un género en sí mismo? Jajaja. Ese tema lo llevo yo directamente. Nos llegan propuestas de casoplones de todo el mundo. En España, igual somos más reservados para enseñar la casa, pero fuera, les encanta, no lo consideran ostentación. Hay como un orgullo de mostrar el fruto de su trabajo, o la herencia de los antepasados. Y, luego, también son un escaparate al mundo. ¿En los casoplones también cuecen habas? Por supuesto. El dinero no puede comprar todo. No puedes comprar el amor de nadie, no puedes comprar la salud ni la tranquilidad, pero facilita mucho las cosas, hay muchas situaciones angustiosas que se resuelven con dinero. El dinero no evita las caídas, pero las suaviza. Cuando me divorcié, y la señora que trabaja en casa me dijo: “Cuando me pasó a mí, no tenía para dar de comer a mis hijas, pero de todo se sale”. Entonces pensé, tía, deja de llorar, la vida te ha dado un revolcón, pero tienes para dar de comer a tus hijos y para mucho más. Tienes que agradecer tener una situación desahogada en la vida y ayudar a otra gente. ¿Qué hace falta para salir en su revista? ¿Belleza, dinero, poder, todo junto? En realidad, no te creas que es tan difícil. Tienes que tener algo que contar de interés humano, en lo que mucha gente se sienta reconocido. Y, bueno, ser conocido. O tampoco. Si la noticia es lo suficientemente importante, si te dan un Oscar o te hacen Papa, sales seguro, jajaja. ¿Quién es hoy la Isabel Preysler que, antes, garantizaba el éxito de una portada? Isabel lleva más de medio siglo como reina de corazones y el relevo no es fácil. No siempre funciona lo que crees que va a funcionar. A veces, cuando alguna portada pinchaba, mi tía Belén se asomaba a la ventana y gritaba: “¿Qué queréis, xxxx [suelta una palabrota]?”. Bueno, esto no lo pongas. En la época de mis abuelos, en las portadas reinaba desde Grace Kelly a actrices de Hollywood. En la de mi padre, Isabel Preysler y Carolina de Mónaco, hasta el punto de que nos decía: “Ante la duda, Carolina”. Y en la nuestra, sigue Preysler y está la reina Letizia, claro. Y Leonor, que nos va a dar muchas alegrías. Ahora dan bodas de gais y lesbianas. ¿Han tenido debates internos al respecto? Cada generación nos hemos tenido que enfrentar a alguno. Mis abuelos asistieron a la llegada del biquini y tuvieron el dilema de si sacar a famosas con él. Mi padre, al divorcio, porque, en su día, hubo mucha confrontación social al respecto. Y la nuestra, a la de la diversidad sexual y a la gestación subrogada. Son debates sociales a los que no somos ajenos y seguimos nuestro camino sin juzgar ni ofender a nadie. Bueno, para eso son los reyes del eufemismo. Bueno, digamos que tenemos nuestro propio lenguaje. Mi amiga y editora Myriam Galaz dice que le gustaría quedarse a vivir en un pie de foto de ¡Hola! porque siempre son amables. Sí, mis abuelos apostaron por la información amable, respetuosa y optimista. Mantenemos ese espíritu. Por eso decimos que quien sea atraviesa su año más complicado, o un momento de reflexión, sin hacer sangre, y todo el mundo sabe a qué nos referimos. Digamos que son fórmulas para poder decir las cosas de manera respetuosa y sin hacer daño a nadie, que al final es lo que buscas. La protagonista de su novela llama “la garrapata” a su ansiedad crónica. Sospecho que sabe de lo que escribe. Tengo una garrapata muy gorda, sí. Podría disfrutar mucho más de la vida si no fuera por esta ansiedad que llevo dentro. Me aprieta el pecho, me angustia. Ser madre es estar siempre preocupada. Porque está triste, porque ha suspendido, por lo que has dicho, por lo que no has dicho. Una madre es tan feliz como el más infeliz que sus hijos. Por eso me estoy preparando para el nido vacío, aunque aún lo tenga medio lleno.’EL AÑO QUE MARGARITA PASÓ EN PARÍS’Así se titula la novena novela de Mamen Sánchez Pérez (Madrid, 54 años), nieta de Antonio Sánchez Gómez y Mercedes Junco Calderón, los fundadores de la revista ¡Hola!, e hija de Eduardo Sánchez Junco, que fue director de la cabecera hasta su muerte en 2010. Mamen, hoy directora adjunta de la publicación, dirigida por su hermano Eduardo, es la tercera generación al frente de la revista de crónica social más influyente de las últimas décadas. Como tal, ha frecuentado los círculos más exclusivos de la realeza, la cultura y las celebridades de todo tipo del último medio siglo sin, casi, salir de casa. Toda esa experiencia y vivencias las vuelca, entre líneas, en su producción literaria. Una obra escrita “por placer” y con la ambición de “divertir y hacer pensar” a los lectores. La más vendida, La felicidad es un té contigo, lleva 150.000 ejemplares vendidos.

Mamen Sánchez, directora adjunta de ‘¡Hola!’: “En los casoplones también cuecen habas” | Gente
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