En México, “el origen sigue siendo destino” y la pobreza por ingresos se transmite de generación en generación, concluyó el estudio “Movilidad Social en México 2025: la persistencia de la desigualdad de oportunidades”, del Centro de Estudios Espinosa Yglesias.Los investigadores Luis Monroy Gómez Franco y Roberto Vélez Grajales afirmaron en entrevista Aristegui En Vivo el principal hallazgo del estudio es que “73 de cada 100 personas que nacen en el escalón más bajo, en el primer quintil, no superaron la condición de pobreza por ingresos”. Esto significa que “prácticamente 3 de cada 4 personas que se encuentran en esta situación de origen, hoy en día están en pobreza por ingresos”, lo que refleja una fuerte persistencia intergeneracional de la pobreza.El estudio examinó el papel de la educación como motor potencial de movilidad social. Vélez explicó que solamente accedieron a la educación profesional el 9% de las personas cuyos padres estudiaron hasta la primaria o menos. En cambio, entre las personas cuyos padres alcanzaron estudios profesionales, este porcentaje corresponde al 63%. Lo anterior implica que quienes tienen padres con un nivel educativo más alto cuentan con una probabilidad 7 veces mayor de alcanzar estudios profesionales que aquellas personas con padres que terminaron la primaria o menos.Foto: CanvaExisten diferencias entre mujeres y hombres en el ámbito escolar: en el caso de las personas cuyos padres terminaron la primaria o menos, una menor proporción de mujeres supera esa escolaridad; asimismo, una menor proporción de ellas alcanza los estudios profesionales cuando sus padres tuvieron ese mismo nivel de estudios. En contraste, entre los hijos de personas con estudios profesionales, “63% de ellas llegan a estudios profesionales”. Esto implica que “la probabilidad de alcanzar estudios profesionales es 7 veces mayor para la población que nació y creció en ventaja educativa de origen”.Vélez explicó que “al menos la mitad de la desigualdad económica que estamos observando en el país se explica por esos factores sobre los cuales no tenemos control”, lo que significa que la desigualdad de oportunidades es un componente central de la desigualdad económica en México.Luis Monroy Gómez Franco, autor principal del informe, detalló que “la probabilidad de que una persona que parte de la posición más baja ascienda a cualquier otra posición es menor al 50%”. En cambio, quienes nacen en la parte más alta también tienen muy pocas probabilidades de descender.“Lo que eso nos habla es que la posición de origen determina el destino”, afirmó.El investigador señaló que, aunque persiste una baja movilidad, ha habido una ligera mejora entre 2017 y 2023. “Pasamos de tener 8 de cada 10 personas nacidas en pobreza que permanecían en esa condición, a 7 de cada 10”, explicó. Aunque el cambio parezca pequeño, representa “una caída de 10 puntos porcentuales, lo cual no es trivial para un periodo de seis años”.El informe también encontró marcadas diferencias regionales. “La región sur del país estaría entre los 7 primeros países con mayor desigualdad si se tratara de un país independiente”, explicó Monroy. Por el contrario, “el norte del país forma parte del conjunto de economías donde la desigualdad de oportunidades representa una proporción menor”.Foto: CanvaRespecto los efectos de los programas sociales recientes y el incremento del salario mínimo, Vélez Grajales aclaró que “la encuesta no está diseñada para evaluar directamente los efectos de estos programas”, ya que se trata de un estudio intergeneracional. No obstante, sostuvo que “muy probablemente lo que ha impactado más es el crecimiento del ingreso laboral, no tanto de los programas sociales”, y que “los programas sociales pueden acabar siendo complemento”, pero “la fuente principal de cambio apunta más hacia los ingresos laborales”.Vélez afirmó que ha habido mejoras en los ingresos laborales a lo largo de toda la distribución, “a excepción de la parte más alta”, y que esto se relaciona directamente con el aumento del salario mínimo, aunque no sea el único factor.Gómez Franco subrayó que la clave está en repensar el enfoque de la política pública. Según el investigador, no basta con reducir la pobreza de forma general; es necesario identificar y contrarrestar los factores fuera del control individual, como el nivel educativo de los padres o el contexto socioeconómico del hogar.“Actualmente, lo que identificamos es que las condiciones de origen determinan a qué acceden las personas y a qué no”, explicó Monroy. Añadió que la falta de sistemas públicos sólidos hace que las personas más pobres tengan que financiar sus propias oportunidades con recursos de sus hogares, lo que perpetúa el ciclo de pobreza.Monroy aseguró que, si no se rompe ese ciclo, la pobreza seguirá transmitiéndose de generación en generación. Por eso, afirmó, se necesita una política pública de “nueva generación”, que no solo busque sacar a las personas por encima de la línea mínima de bienestar, sino crear igualdad real de oportunidades. “El país está en condiciones de hacerlo si todos los actores empujamos en ese sentido”, señaló.

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