“La primera vez que oí hablar de Baler tenía 20 años. Me dijeron que era una aldea tagala, al norte de Manila. Un sitio maldito, rodeado de mar y selva y habitado por rebeldes sanguinarios que odiaban España”. Con esta voz en off arranca 1898. Los últimos de Filipinas (2016), una película de Salvador Calvo inspirada en la historia real de unos soldados españoles atrincherados en una iglesia de Baler porque no podían creer que la última colonia del imperio hubiera sucumbido. Una resistencia agónica que terminó casi un año más tarde con una capitulación. Para sorpresa de los soldados españoles, los filipinos no los trataron como prisioneros de guerra. Al contrario, les ayudaron a cruzar la selva y llegar hasta Manila, capital de Filipinas. Esta parte de la historia ya no aparece en la película, pero la cónsul Raisa Mabayo (Cagayan de Oro, 39 años), supervisora cultural del Consulado General de Filipinas en Barcelona, la conoce bien. “Desde nuestra perspectiva, la historia del sitio de Baler es importante porque ayudó a estrechar los lazos de amistad con España después de cuatro siglos de colonialismo. Pero Baler es mucho más que Los últimos de Filipinas. También es un paraíso del surf”, asegura en declaraciones a EL PAÍS. Más informaciónDe un conflicto bélico saltamos a otro. En este caso, a la guerra de Vietnam que Francis Ford Coppola retrató en Apocalypse Now (1979). Y es que parte de la filmación se realizó, precisamente, en la costa de Baler. El equipo de la película llegó hasta este pequeño pueblo pesquero en 1976 gracias a Steve Scott, un joven estadounidense aficionado al surf que se había criado en la base naval de Subic Bay, en aquel entonces un territorio filipino bajo dominio estadounidense. En la playa de Sabang, con la selva lamiendo la arena, se rodó aquella grotesca escena de surf, aviones, bombas y napalm que ha pasado a la historia del cine. “¡Cámbiese! ¡Quiero ver si las olas están a mi gusto! […] ¡Puedes surfear o puedes luchar!”, le espeta el coronel Kilgore al soldado y también surfista californiano Lance Johnson, que acaba lanzándose al mar bajo una lluvia de proyectiles. “Al terminar el rodaje, el equipo de producción de Apocalypse Now dejó las tablas abandonadas en la playa y fue entonces cuando los locales empezaron a surfear de manera autodidacta”, explica Mabayo. Ahí empezó la leyenda de Baler como cuna del surf filipino.El fotógrafo Dirck Halstead posa con extras en el plató de ‘Apocalypse Now’, la película de Francis Ford Coppola sobre la guerra de Vietnam, durante un descanso del rodaje en abril de 1976 en Baler, Filipinas.Dirck Halstead (Getty Images)De la visita de Coppola y su séquito han pasado casi cinco décadas y Baler se ha convertido en un enclave de peregrinación mundial surfera gracias a un océano salvaje de olas perfectas. En aquellos lejanos años setenta, el primer surf fue cosa de hombres, pero con el tiempo también se animaron las mujeres. Una de las primeras fue Yvok Nanay Namoro, que con 70 años cumplidos todavía sigue en la cresta de la ola. La propia Nanay, junto con su nieta Kat Kat, de 13 años y surfista profesional; su mejor amiga y también pionera Rosalie Ta Nene Leander, y una embarazadísima Marie Ramos Cabel son las cuatro musas de Pearls: Baler, la exposición del fotógrafo filipino Archie Geotina (Manila, 38 años) que ocupa el hall del Museu Marítim de Barcelona hasta el próximo 16 de junio. Yvok Nanay Namoro y su nieta Kat-Kat en una fotografía de la exposición ‘Pearls: Baler’ del Museu Marítim de Barcelona.Archie GeotinaEllas son las protagonistas de una historia intergeneracional que rompe estereotipos sobre las mujeres filipinas y que las muestra en conexión con un paisaje abrumador y orgullosas de sus raíces. Y es que las surfistas que posan para Geotina no visten neoprenos o bañadores de marca, sino indumentaria de su lugar de origen.Marie Ramos Cabel en una fotografía de la exposición ‘Pearls: Baler’del Museu Marítim de Barcelona.Archie Geotina“El proyecto Pearls empezó en mi cabeza en 2020, en medio de la pandemia, y se lanzó en 2021. Empecé soñando despierto, inspirado en las mujeres y su relación con la madre naturaleza mientras bailan y juegan con el océano”, explica Geotina desde Siargao, la isla filipina en la que reside desde hace ocho años y en la que disparó la primera serie de Pearls. Esta se volvió tan popular que le permitió extender su proyecto y fotografiar a mujeres surfistas en playas mexicanas, coreanas, indonesias, tailandesas… luciendo también sus prendas tradicionales. Hasta que llegó el encargo del Consulado General de Filipinas en Barcelona: fotografiar una serie de Pearls en la playa de Baler. “Me pareció bonito hablar de dónde empezó el surf en Filipinas, dados sus lazos e historia con España”, asegura el artista y fotógrafo. El fotógrafo filipino Archie Geotina haciendo surf en Baler, en una imagen cedida por él.Cabalgando sobre las olas o posando en las rocas; en blanco y negro o a todo color; en pequeño o en gran formato. Contemplar a Nanay, Ta Nene, Marie y Kat Kat en las imágenes es un placer que va mucho más allá de lo visual. “La mujer filipina es poderosa y resiliente, es el centro de la comunidad. Son las que cuidan, las que más se sacrifican, las guardianas de la sabiduría”, las describe Geotina. Entre las prendas que lucen las musas de Baler destaca la filipiniana, una blusa corta y semitransparente. “Antes del proceso de evangelización, los nativos iban con el torso desnudo. Cuando empezaron a ir a la iglesia, los misioneros les pidieron que se taparan. Así que empezaron a usar estas blusas tan finas. Era su manera de decir ‘nos cubrimos, pero no del todo”, explica Mabayo con una sonrisa. Estas prendas tradicionales, de corte estructurado, también llevan intrincados motivos bordados, que son un rastro de la influencia española en la indumentaria local. “Esto se debe al Galeón de Acapulco”, apunta la cónsul en referencia a la famosa ruta marítima que hasta el siglo XIX enlazó Filipinas con España vía México. Una de las imágenes de ‘Pearls: Baler’, la exposición de Archie Geotina que ocupa el ‘hall’ del Museu Marítim de Barcelona hasta el próximo 16 de junio.El hecho de combinar una filipiniana con una falda-pareo tejida a mano no debe entenderse como un tributo al pasado, al contrario, es una declaración de intenciones. “Estas prendas tradicionales han vuelto a ponerse de moda y ahora inspiran a muchos diseñadores”, asegura Mabayo. Un resurgimiento que también ha despertado el interés por materiales más naturales y sostenibles, como las fibras de piña, de jusi y de inabel, así como por las antiguas técnicas artesanales. Es el caso de los diseñadores filipinos Dennis Lustico y Rajo Laurel, que han colaborado en el proyecto de Geotina cediendo dos looks de alta costura que, además de aparecer en varias fotografías (lucidas por una modelo), también están expuestos en el Museu Marítim.Yvok Nanay Namoro, una de las pioneras del surf en Baler, en una foto de la exposición.ronan0920filmUnas imágenes que quizás se asemejan más a una editorial de moda, pero a Geotina eso no le molesta en absoluto. “Nunca planeo nada, solo pienso en mostrar las cosas que me gustan, en compartir nuestra cultura de la manera más creativa”. Y con este espíritu de libertad y respeto por las tradiciones locales continúa llevando el proyecto Pearls por las playas de surf más recónditas del mundo. Próxima parada: Nueva Zelanda.

Museu Marítim de Barcelona: Las mujeres de Baler, un cóctel de surf, moda e historia hispano-filipina | Estilo
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