Las tarimas comenzaron a levantarse este jueves desde temprano en Guayaquil, ese bastión codiciado por todo político ecuatoriano. No es solo la capital de la provincia del Guayas: aquí hay más de 3,2 millones de votos, suficientes para inclinar la balanza en una elección que, según los últimos resultados, está empatada. Poco parece haber cambiado desde la primera vuelta de febrero pasado, que terminó con apenas 16.000 votos a favor del presidente y candidato Daniel Noboa y a la izquierdista Luisa González, abandera del expresidente Rafael Correa (2007-2016).González fue la primera en desplegar su artillería. Por la tarde, se subió al escenario montado en la emblemática avenida 9 de octubre, escenario de múltiples manifestaciones, rodeada de una multitud de simpatizantes y banderas. “No lo hago sola, lo hago en unidad”, dijo la candidata del correísmo. Entonces, desde la parte trasera del escenario emergió Guillermo Churuchumbi, coordinador nacional de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), uno de los movimientos sociales más influyentes del país. Su aparición sellaba un pacto delicado: 25 compromisos que González deberá cumplir si llega al poder a cambio del apoyo electoral indígena. El acuerdo, sin embargo, no ha cerrado heridas. Todavía pesan los recuerdos en las comunidades de las represiones durante el mandato de Correa, la criminalización de la protesta, las leyes que restringieron el acceso al agua o facilitaron la expansión minera en territorios ancestrales.González no esquivó el pasado y habló del futuro. “Se acabó el odio, la confrontación. Esta unidad es para trazar una hoja de ruta que lleve al Ecuador al desarrollo”, insistió. En su discurso también mencionó otro acuerdo con Jan Topic, el ex candidato presidencial de derecha, a quien podría entregar la dirección de la seguridad si gana en las urnas. Una alianza que muestra hasta qué punto la campaña ha obligado a tejer pactos impensables hasta hace apenas unas semanas.El fantasma del fraude nunca desaparece del todo. En estas elecciones, ha vuelto a colarse en los discursos de campaña. Desde la primera vuelta, los dos candidatos han dejado ver su preocupación. Pero el escenario, con una diferencia de votos que se anticipa mínima, ha encendido todas las alarmas. Los partidos han movilizado a 92.000 observadores para cuidar cada acta, cada urna.Luisa González, candidata presidencial por el partido Revolución Ciudadana, el 9 de abril.Associated Press/LaPresse (APN)“A cuidar nuestro voto en las urnas”, arengó González a sus simpatizantes, y en el mismo aliento lanzó una acusación directa al árbitro electoral. “La señora Diana Atamaint, presidenta del CNE, es una perfecta jefa de campaña de Daniel Noboa. Él ordena y ella obedece”, dijo en tono desafiante. La crítica apunta a una serie de decisiones tomadas por el Consejo Nacional Electoral durante el proceso, pero sobre todo a una medida inédita: la prohibición del uso de teléfonos móviles dentro de los recintos electorales. Una restricción solicitada por el propio Noboa y aceptada por el organismo, que ha levantado suspicacias no solo por su contenido, sino por la severidad de la sanción impuesta: 32.000 dólares de multa para quien infrinja la norma. Una cifra que contrasta con los 235 dólares que, por ejemplo, sancionarían a una persona por ingresar un arma.El consercador Daniel Noboa también ha levantado la voz en defensa del voto. Lo ha hecho en cada acto, en cada declaración, como si presintiera que una victoria ajustada necesita no solo votos, sino vigilancia. Para su cierre de campaña eligió el coliseo Voltaire Paladines Polo, también en Guayaquil. Noboa reunió a sus seguidores en un ambiente más controlado, techado, donde se anunció un espectáculo con artistas internacionales.Los asistentes llegaron con un peculiar compañero bajo el brazo: una réplica en cartón del candidato. Algunas lo mostraban con ropa de gimnasio, otras con la camiseta de su partido, y no faltó la versión que ya portaba la banda presidencial. La figura de cartón, inicialmente un guiño publicitario, terminó convirtiéndose en símbolo de campaña desde las elecciones de 2023, que inundaron las redes sociales. “La figura de cartón ha resultado tener alma, es el alma de lucha de todos los ecuatorianos”, dijo Noboa, sin asomo de ironía.Noboa no estuvo solo sobre la tarima. Lo acompañaron sus principales aliados políticos, entre ellos varios de sus asambleístas electos. A su lado destacaba la figura de su madre, Anabella Azín, la legisladora más votada del país y posible presidenta del futuro Congreso. Si el domingo las urnas le sonríen, los Noboa-Azín concentrarán, de facto, los principales poderes del Estado: el Ejecutivo y el Legislativo.Daniel Noboa en su cierre de campaña, el 10 de abril.Mauricio Torres (EFE)La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, viajó hasta Guayaquil para respaldar al joven empresario en su reelección. Noboa pretende sumar cuatro años a los 17 meses que lleva en el cargo, adonde llegó para completar el mandato fallido de Guillermo Lasso. “Este domingo hay que elegir o socialismo o libertad. Avanzar o regresar”, dijo desde la tarima. Y fue más lejos: “Miren cómo están nuestros hermanos venezolanos, nos lo dicen siempre en Madrid. Háganos caso, venimos del futuro. Eso es lo que queremos nosotros para Ecuador: libertad y prosperidad”, remató. Mientras los candidatos cierran filas, el país espera el domingo con el aliento contenido.

Noboa y González cierran empatados en los sondeos la campaña por la presidencia de Ecuador
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