La Fundación ANAR ha presentado este miércoles el Informe sobre Niños/as desaparecidos 2024, basado en los 1.171 casos en los que la organización ha intervenido para ayudar a las familias y a los más pequeños. En su análisis, la entidad describe que por cada diez menores que desaparecen en España, seis son niñas, la mayoría de ellas adolescentes. Esos 1.171 casos son solo una parte de las 26.345 denuncias de desaparición que se pusieron en España en 2024, según el Centro Nacional de Desaparecidos (CENDES) del Ministerio del Interior, de las cuales la mitad se referían a menores. Benjamín Ballesteros, director técnico de la Fundación ANAR ―que ayuda a los pequeños en riesgo desde hace más de 50 años―, explica: “La mayoría de personas en España no se imagina que en nuestro país también desaparecen niños y adolescentes. Por ello, queremos llegar a esas familias donde vemos que hay sufrimiento, dolor y ansiedad”. Las causas analizadas por la fundación son múltiples, pero apuntan todas a la presión de un entorno hostil. De los 1.171 casos atendidos por la Fundación ANAR, la mitad corresponden a menores que vivían en hogares marcados por problemas de salud mental, adicciones, conductas agresivas, trastornos psicológicos o ansiedad. El 26,6% se encontraba en un entorno violento, siendo la violencia de género la más común, después el maltrato psicológico y el físico. El 23,4% hace referencia a otros problemas como los jurídicos, además de dificultades en las relaciones y pobreza infantil, entre otros casos.De los menores desaparecidos registrados por la entidad, seis de cada 10 tenían problemas relacionados con la salud mental: tristeza, miedo, ideación suicida, autolesiones. El 23% era víctima de violencia, principalmente maltrato psicológico o físico. Estos problemas, en la mayoría de los casos, estaban presentes desde hace más de un año. Mujeres y adolescentesMás de la mitad de los casos de desaparición atendidos por ANAR en 2024 fueron de mujeres (59,3%) y adolescentes (66,2%). En cuanto a las familias, el 36,2% de desaparecidos vivía en hogares monoparentales, mientras que el 24,2% residía con ambos progenitores. El 5,1% se encontraba en una entidad pública o privada y el 3,2% tenía alguna discapacidad. Diana Díaz, directora de las Líneas de Ayuda ANAR, explica que esta tendencia sobre la diferencia entre hombres y mujeres es constante todos los años. “No sabemos identificar las causas, pero coincide con las temáticas que se atienden en ANAR; las cifras de las mujeres son más altas donde hay violencia o factores emocionales. Sucede ante cualquier forma de violencia”, menciona.Los dos motivos más frecuentes en las desapariciones (que suman el 81%) son la fuga (57,6%) y la expulsión del hogar (23,7%), protagonizados en su mayoría por adolescentes o preadolescentes. Ballesteros menciona que la huida es una situación multicausal, donde el adolescente sale de su casa “por razones de mucha conflictividad o por problemas”. Y agrega: “Es un intento irracional del menor de poner solución a un problema que no sabe cómo resolver. La violencia siempre está presente”. La expulsión de los hogares, añade, también está motivada por un “acto irracional”, que además es ilegal. “Expulsan a sus hijos como una medida de castigo, pensando que de esa manera van a entender cómo cumplir normas o límites. Son padres que tienen hijos con problemas de conducta”, explica el especialista. Aunque resalta que es frecuente que después de la expulsión se pierda completamente el contacto con los jóvenes. Los motivos que siguen son el secuestro parental (12,4%), la pérdida y el accidente (3,8%), el secuestro por parte de terceros con fines criminales (1,9%) y la falta de acompañamiento en los menores migrantes (0,6%).“En la sustracción por un padre o casos de secuestro con fines criminales son niños más pequeños. El 13,1% son menores de nueve años”, dice y menciona que aunque las desapariciones con fines ilícitos son menos, son también las más graves. En la Fundación ANAR consideran una desaparición desde el primer instante y aseguran que es mejor trasladar esa información a las autoridades cuanto antes: “Lo que hace 10 años se escuchaba de las primeras 24 horas, ahora está desterrado. Desde el minuto uno se debe comunicar porque, además, ese primer tiempo puede ser crucial”, explica el director técnico. Los padres cuando dan la voz de alarma están angustiados y con dificultad para pensar y saber cómo actuar, por lo que en ANAR se les da unos primeros consejos y se prosigue con las autoridades y las fuerzas de seguridad. Quienes llaman a la fundación para pedir ayuda son, frecuentemente, los padres o las madres. En el 81,8% de las consultas recibidas en las Líneas de Ayuda (teléfono o chat ANAR 116000 para casos de menores desaparecidos) se ha necesitado orientación psicológica, social y jurídica.

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