Dos guerras -una real y cruenta, la de Gaza, y otra figurada, la de los aranceles- jalonarán este lunes la reunión que tienen previsto mantener en Washington el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu. Otros asuntos regionales estarán sobre la mesa de los dos líderes, según han asegurado fuentes oficiales israelíes a medios locales, como las relaciones con Turquía, las presiones sobre Irán y la orden de detención emitida contra Netanyahu del Tribunal Penal Internacional (TPI) de La Haya.De nada sirvió que el martes pasado Israel anunciara que suspendía las tasas para importaciones procedentes de EE UU. Estrechos aliados, como el propio Estado judío, no se salvaron de la oleada de aranceles que Trump les impondría al día siguiente, del 17% para productos israelíes. Las exportaciones israelíes alcanzaron el año pasado un valor de 22.000 millones de dólares (algo más de 20.000 millones de euros). Pese a lo imprevisible de un político con alma de empresario como Trump, no se atisba en el horizonte, al menos a corto plazo, que las relaciones bilaterales se vayan a ver resentidas. El presidente de EE UU ha dado repetidas muestras de estar al lado de Israel, con anuncios como la entrega de armas que su antecesor, Joe Biden, había bloqueado; levantando las sanciones a colonos judíos violentos, o elevando el grado de presión contra los palestinos.Más informaciónEl mandatario israelí, que este domingo ha mantenido todavía actos en Budapest durante su visita oficial an tes de emprender viaje a Washington, cuida y mide sus salidas al extranjero ante el peligro de ser arrestado por presuntos crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos en Gaza. Esta misma semana no solo estuvo arropado en Hungría con honores por el primer ministro Viktor Orbán, sino que este aprovechó para, delante de Netanyahu, anunciar su abandono como país miembro del TPI. Es en Hungría donde recibió la invitación de Trump, que bajo ningún concepto va a hacer efectiva esa orden de detención.Pese a que el líder republicano insistió en que iba a acabar con la contienda en la Franja, la realidad se le resiste. Nada más tomar posesión hizo pública una idea que casi nadie considera realizable: vaciar Gaza, con 2,3 millones de habitantes, de palestinos y que, bajo mando de Washington, se convierta en una especie de zona vacacional a orillas del Mediterráneo. Netanyahu y sus ministros recibieron con entusiasmo el plan pese a ser considerado como un delito bajo la legislación internacional. De momento, no es más que una maniobra de distracción que, de forma recurrente, desempolvan en sus declaraciones disfrazándola de proyecto de emigración voluntaria.El jefe de Gobierno israelí no parece mostrar ningún interés en que la guerra termine. El 18 de marzo ordenó poner fin a casi dos meses de tregua en el enclave palestino. De fondo late el asunto que más preocupa a la sociedad israelí: el regreso de los 59 rehenes que permanecen en Gaza, de los que más de la mitad han sido dados por muertos. Hamás presiona incluso publicando cada cierto tiempo vídeos –el último este sábado– en los que los cautivos reclaman a sus autoridades que lleguen a una salida pactada y no por la vía de las armas. Mientras, las manifestaciones se suceden a diario presionando al primer ministro por su deriva autoritaria y para que gestione el regreso de los rehenes. Pero la calle entiende que ambos asuntos van en contra del interés de Netanyahu, que no quiere apartarse del poder.Para poder viajar a Washington, Netanyahu ha conseguido que la justicia israelí posponga su comparecencia ante los tribunales por un juicio de corrupción prevista para este lunes, pero no la del miércoles, con lo que tendría que estar de regreso para ese día. Se trata de la cuarta visita a EE UU del mandatario israelí y la segunda desde que Trump tomara posición en su segundo mandato el pasado 20 de enero.Vendaval judicialRonen Bar, el depuesto jefe de los servicios secretos internos (Shin Bet), al que Netanyahu ha defenestrado pese a la oposición del Tribunal Supremo, sostiene en una carta enviada el viernes a ese tribunal que el primer ministro no quiere bajo ningún concepto poner fin a la guerra, que emplea como arma de distracción bajo el vendaval judicial que le acecha. Además, entiende Bar, lograr un acuerdo negociado para el fin de los secuestros pondría en peligro los apoyos de partidos ultranacionalistas que apuntalan la coalición de gobierno. El jefe del Shin Bet asegura que quieren apartarlo de su puesto desde 2024 por no aceptar que se retrasase el juicio de Netanyahu y tras presionarle para que la agencia actuara en contra de los intereses de los israelíes.Netanyahu declaró el lunes pasado como testigo en el conocido como Qatargate, un escándalo de transferencia de dinero procedente de Qatar investigado por el Shin Bet, poco después de que fueran detenidos dos asesores que trabajaban en la oficina del primer ministro. Este considera que se trata de una “cacería política” que busca impedir el relevo de Ronen Bar al frente de los servicios secretos.

Trump recibirá este lunes a Netanyahu en pleno agravamiento de la guerra en Gaza y del conflicto comercial | Internacional
Shares: