La maestra infantil Alicia Langenhop sintió hace un lustro que la suya era “la familia con peor suerte del mundo”. Ella y su marido, sin saberlo, eran portadores de una extraña mutación en el ADN que, si se hereda a la vez de los dos padres, provoca una enfermedad potencialmente mortífera, que afecta a solo una de cada millón de personas en el mundo. Ellos todavía no lo sabían, pero cada hijo que concibiesen tendría un 25% de posibilidades de padecer el mal. Tuvieron tres niños y los tres sufrían el trastorno genético, que anulaba sus defensas y los condenaba a infecciones constantes. La probabilidad de que ocurriera algo así era similar a la de recibir una moneda concreta entre cientos de miles, lanzarla seis veces al aire y que saliese siempre cruz. Una terapia española ha logrado ahora que los tres hermanos —Ava, de 9 años; Olivia, de 7; y Landon, de 5— y otros seis niños recuperen su vida normal. Los asombrosos resultados se publicaron el 30 de abril en la revista especializada The New England Journal of Medicine.Seguir leyendo

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